La tiroides es una pequeña glándula situada en la parte baja y delantera
del cuello. Está constituida por dos partes laterales (lóbulos) que se unen en el
centro, de tal manera que su contorno semeja la forma de una mariposa (Figura 1).
Aunque en ocasiones puede ser visualizada, y siempre puede ser palpada
por el médico cuando explora el cuello, no siempre es evidente para personas
que no se han adiestrado al respecto.
A pesar de su pequeño tamaño, desempeña una importante función, que
consiste en producir hormonas (proteínas circulantes que llevan un mensaje de
una parte a otra del cuerpo). Estas hormonas de la glándula tiroides son
esenciales para la vida y para mantener un estado adecuado de salud, ya que
regulan la velocidad a la que se produce temperatura (metabolismo basal), la
velocidad a la que se oxidan los compuestos orgánicos para producir energía
(metabolismo intermediario), la velocidad a la que se transmiten los mensajes
en las neuronas e incluso el momento y la velocidad a la que célula puede
reproducirse. Las manifestaciones más frecuentes de la disminución
(hipotiroidismo) y del aumento (hipertiroidismo) en la producción de
hormonas tiroideas se señalan en la sección correspondiente.
Los trastornos de la glándula tiroides se pueden deber a anormalidades
en su estructura o en su función, que pueden iniciarse en las primeras semanas
del embarazo o bien pueden adquirirse en cualquier momento de la vida.
Existe una tendencia familiar para que se presenten algunos tipos de
problemas tiroideos e incluso algunas enfermedades de la tiroides son
heredadas por una o ambas ramas familiares.
Fuente: APEG